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6 consejos para describir con éxito a tus personajes

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¡Ah! Los personajes de un libro: esos seres de carne y hueso que habitan en nuestra mente gracias al poder de las palabras. Son los que definen el universo de cualquier relato, incluso cuando estos van más allá de la imaginación humana y los personificamos en una hormiga, un par de calcetines o incluso un extraterrestre. Describir un personaje a veces es una tarea compleja, pero no por ello deja de ser divertida. En la literatura todo es un juego, y darle vida a uno de tus protagonistas es lo que dará mayor sostenibilidad a la historia que deseas narrar, ya sea un relato o un buen libro grueso.

Por definición, el recurso de la descripción es más característico de la novela que del relato corto. No es lo mismo dedicar un párrafo entero al vendedor del puesto de hot-dogs de una esquina en una novela de quinientas páginas que en un cuento breve centrado en la anécdota de presenciar el asalto de un banco. No obstante, existe una serie de pautas que, sea cual sea el género que estés trabajando, pueden ayudarte a dotar de personalidad propia a los personajes de tu historia. Hoy vamos a centrarnos en 6 de ellas. ¡Vamos a empezar!

Descúbrelo tú mismo

El primer paso antes de presentar tu personaje ante el lector es conocerlo tú mismo. Date la oportunidad de sentirte igual que un dios, que puede conocer los más recónditos secretos y miedos de su alma. Imagina su altura, su peso, su edad, el color de su pelo y ojos, el lunar que tiene bajo la barbilla, su forma de caminar, el temblor de su voz al hablar con la chica que le gusta… Cualquier detalle es importante. Si quieres, puedes elaborar una biblia de personajes o dejarte guiar por sus claves a la hora de confeccionarlo. Incluso puedes dibujarlo: es un buen ejercicio para enfrentarte a tu creación cara a cara.

Inspírate en personajes reales

¿Qué tal si, en vez de imaginar el rostro de tu protagonista desde cero, tomas como referencia el de tu padre, un amigo o aquella mujer que viste en el tren? Empieza a jugar con ese molde que escogiste y traza un destino nuevo, único. Cuanto más “reales” sean tus personajes para ti, más rápido trabajará tu imaginación y mejor podrás plasmarlos sobre el papel.

Guarda sus secretos

No lo digas todo de golpe. Recuerda que tu personaje y tú no sois tan distintos cuando se trata de expresar vuestros sentimientos. Su mundo interior debe revelarse poco a poco, a través de sus decisiones y comportamiento a lo largo de la trama. Si, por ejemplo, hay algo que lo irrita, no lo digas explícitamente: haz que se sienta en el clima de la escena: “Su corazón se aceleraba mientras escuchaba el susurro de su idea en su cerebro. Su mente luchaba contra ese susurro y sentía que su piel se erizaba”. ¿No te parece mucho más expresivo que un simple: “se desesperó”?

Dale importancia a los detalles

Deja que tu personaje recuerde el lienzo de colores rojos que realizó cuando estaba en la escuela, el olor de la brisa de aquel parque en el que se enamoró por primera vez… Si las características de tu relato lo permiten, el monólogo interior, los soliloquios y las reflexiones pueden convertirse en grandes aliados a la hora de llevar a cabo con éxito descripciones completas. Si aprendes a utilizar estos recursos de forma apropiada, descubrirás que lo que tu protagonista dice, piensa o recuerda aporta mucha más información sobre su mundo interno de lo que imaginas.

Impacta con su manera de vestir

No puedes hablar de tu protagonista sin asignarle un buen atuendo. Eso le dará fuerza y vida a su manera de ser. Si no lo haces, corres el riesgo de que tu lector se lo imagine desnudo. Procura siempre proporcionar, al menos, algún detalle sobre su vestimenta o estilo (el color de su camiseta, el pañuelo que nunca se quita) para ofrece una idea de sus gustos y su psicología. Eso sí, intenta ser breve: recuerda que estás describiéndolo, no presentando un catálogo de moda ni las tendencias de la nueva temporada del universo de tu historia.

Recuerda que es de carne y hueso

Expresa el calor que siente y muéstrale al lector cada gota que resbala por su frente o cada lágrima que brota de sus ojos ante el miedo, la soledad y la muerte. No tengas miedo de recurrir a descripciones intensas en determinadas escenas: “Sentía que su boca y su garganta iban a quemarse por el calor. Ni un millón de vasos de agua fresca aplacarían esa sensación abrumadora”. Humanizar a tu personaje es fundamental para que, al otro lado del papel, quien esté leyendo tu obra logre identificarse con él, sufrir cuando él sufra o respirar aliviado cuando tu protagonista lo haga.

¿Qué te parecen estos consejos? ¿Quieres compartir con nosotros los trucos a los que recurres tú a la hora de describir personajes? Déjanos un comentario y cuéntanos. Y si ya estás listo/a para dejar volar tu imaginación y descubrir a tu próximo protagonista, no lo pienses más y empieza una nueva caja en www.sttorybox.com :)

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