Crear el villano en una historia es tan importante como crear al protagonista, ambos tienen un peso que puede llegar a ser proporcional pero en direcciones diferentes. Dicho de forma más sencilla: se busca crear dos emociones, apegarse al protagonista y rechazar al villano, ambos, muchas veces, con la misma intensidad pero ubicados en las antípodas.
Los villanos pueden llegar a ser muy importantes en el contexto de la historia, porque le dan sentido a los valores morales y a la lucha que libra el protagonista a lo largo del relato, de manera que el uno tiene sentido sólo con la existencia del otro. Un gran protagonista tiene la capacidad, y logra, vencer a un gran villano, y esto lo hace de muchas formas. Las batallas vienen de diferentes maneras y se libran en distintos ámbitos.
Por ejemplo, en la historia en la que el protagonista es un joven político dispuesto a cambiar el establecimiento que existe en su país. Quiere mejorar la realidad de las personas sin la necesidad de un aparato partidista con el que cuentan sus contrincantes.
Para cambiar las realidades debe hacerse con el poder, que puede alcanzar sólo si logra ganar las elecciones y para ganarlas deberá librar la batalla de las ideas contra los otros candidatos que existen en el sistema bipartidista, de manera que pueda convencer a la sociedad de que su proyecto es el adecuado.
En este caso hay una guerra que ganar, en la que no se incluyen balas o espadas, en la que no hay sangre ni muertos, pero sí hay villanos; los políticos tradicionales, y sí hay pelea: la discursiva, la de la campaña política.
Es un personaje más
Lo primero que hay que entender sobre los villanos es que no tienen una categoría especial en lo relacionado a su creación, para hacer a un villano se deben seguir las mismas pautas que para crear a los demás personajes principales de la historia, porque al igual que ellos debe ser creíble, tangible, que pueda existir en la realidad.
De manera que, el villano necesita una historia, una motivación, sus características particulares, en fin, una vida en general. Tomando en cuenta el ejemplo anterior, en el caso de concebir a los villanos que lucharán para ganarle el poder político al joven lo primero que hay que pensar es en cómo sería un político tradicional y los ejemplos abundan.
Una vez entendido cómo son las personas que militan en partidos tradicionales, se debe empezar a crear un personaje que encaje en estas características: alguien de edad media-mayor, que venga de una buena familia con historia partidista y casi siempre de sexo masculino.
A partir de estas características es fácil crear su historia y darle una conciencia, la de una persona que no entiende una forma diferente de hacer política, convencido de que la única manera de sacar al país adelante es aplicando las recetas que fueron efectivas en el pasado y que siente un gran rechazo por lo “nuevo”, desacreditándolo cada que tenga la oportunidad.
El grado de maldad
Una vez más, con el ejemplo anterior, cuando ya ha sido creado un nicho social en el que encaja el personaje se le puede otorgar un nivel de maldad. En el caso de estos políticos puede no ser tan alto, porque la misma estaría basada en su forma de ver la vida, y que comparten con muchas personas.
El asunto se puede tornar complejo a la hora de idear las formas en la que estos políticos lucharán contra el joven para que no consiga convencer al pueblo. Ahí se puede definir el grado de repulsión que el autor quiere que sientan los lectores sobre estos seres.
Pueden ser personas capaces de hacer escándalos con falsas afirmaciones que estén destinados a destruir la vida política del joven y dejarlo sin oportunidad, aquí la batalla ya no se limita a la discursiva, aquí la historia cobra otro sentido, y ya se empieza a estudiar la psiquis de los personajes, cómo quieren destruir al protagonista y cómo éste le hace frente a la situación.
El desarrollo de la maldad
A veces, en una historia un villano no empieza como tal, esto puede ser bastante interesante porque se ve cómo va desarrollando sus sentimientos negativos y cómo estos van progresivamente atacando la realidad del personaje principal.
El ejemplo de los políticos es perfecto, porque pueden comenzar como personas normales que viven una realidad en la que supone que están haciendo bien las cosas, y puede que sea así, pero hay un punto de inflexión en el relato cuando irrumpe en escena el protagonista que viene a cambiarlo todo.
Esa trastocada hace que en la mente de los villanos ocurra un cambio en el que se pueden ver reflejadas sus características negativas que antes no habían salido a la luz, como la envidia, la avaricia, entre otros y es aquí cuando se pueden sacar a relucir los traumas o momentos que han creado su personalidad.
La motivación
Todos los personajes necesitan una motivación que los impulse a hacer diferentes acciones y a tomar determinadas decisiones, basados en su conciencia, que no es más que su forma de ver la realidad y que estará determinada por su historia, por la vida que le ha tocado vivir.
Aquí es donde toman importante valor las características particulares de cada ser humano, porque los villanos son personas y las personas no suelen ser malas porque sí, y muchas veces son malvados para conseguir lo que ellos consideran como correcto, lo que creen que está bien, lo que piensan merecer.
Se trata de un asunto mental, de ahí la necesidad de darle conciencia al villano, para que las acciones que lleve a cabo estén basadas únicamente en la forma en la que lo haría. En las historias ellos evolucionan según su vida, de manera que el autor se limita a expresar la forma en la que actuarían.
El ejemplo de los políticos puede parecer más bien simple, pero eso no está determinado por la profesión que tenga el personaje, sino por la determinación del mismo para alcanzar sus objetivos. Si está decidido a quedarse con el gobierno de un país será capaz de pasar por encima de quien sea necesario y llevará a cabo las más oscuras y bajas acciones a la par que se muestra hacia la calle como la única alternativa, como el único que es capaz de entender al pueblo y sus necesidades.
Desarrollar este concepto es mucho más complejo de lo que parece, y requiere de la concentración y la lógica del autor, que sea capaz de crear a un ser humano dispuesto a dañar por una, o varias, razones, al protagonista.
Su derrota
Los villanos tienen auge y caída, y esta última está directamente relacionada con el triunfo del protagonista, dos historias que confluyen en un momento decisivo que cambia para siempre la realidad y logra el triunfo de los justos.
Suena épico, y lo será en la medida en la que sea capaz de plantearlo el autor, y cuanto mayor sea el logro del protagonista, cuanto más grandes hayan sido las acciones negativas del villano, más estrepitosa debería ser su caída.
La verdad, es que en la vida real los malos no suelen recibir el castigo que merecen, pero en las historias los autores tienen la libertad de hacer justicia y sus lectores se lo agradecerán muchísimo.